Leroy Carr y Scrapper Blackwell |
El trabajo infatigable de Guido van Rijn, el más importante estudioso del blues que existe actualmente, se luce ahora con un bellísimo libro dedicado al inmortal Leroy Carr, uno de los grandes poetas de esta música. Se sitúa en la línea de sus anteriores monografías sobre Smokey Hogg y Walter Davis, y precede a dos nuevos que anuncia, sobre Washboard Sam y Jazz Gillum. En fin, nos hace soñar con una biblioteca de los grandes nombres del blues que contara por ejemplo con 300 tomos de su autoría.
Y es que as monografías son verdaderamente de ensueño: forro, tapa dura, claro y atractivo diseño, abundantes ilustraciones a todo color, un contenido riquísimo en que se incluyen todas las letras del artista tratado y un compacto antológico con algunas joyas que en este caso incluyen nada menos que un disco de 1934 recientemente descubierto.
A la obra admirable, y ya apabullante, de Guido van Rijn, dedicamos unas palabras con motivo de la reseña que le hicimos a su The St. Louis Blues of Walter Davis, por lo que me limito a comentar este nuevo título, The Naptown Blues of Leroy Carr.
Tras una breve introducción y una biografía en que se maneja una jugosa entrevista a su guitarrista (y figura tan de primera línea como Leroy) Scrapper Blackwell de 1959, entramos en el meollo del libro: las letras de sus canciones en su totalidad, reproducidas y comentadas. Guido van Rijn ofrece incontables claves de sus letras, en la línea de sus investigaciones sobre los temas político-sociales o de la sección "Words, Words, Words" de la revista Blues and Rhythm. Pero el verdadero laberinto de los blues, aquel en que no nos cansamos de hacer descubrimientos, es el de las versiones y los motivos, versos y estrofas que viajan de un lado a otro, como los bluesmen míticos viajaban en las líneas de los trenes. Guido van Rijn aporta innumerables datos para mí novedosos, pero también yo tengo algunas cosas que añadir a su trabajo, con dos de relieve: My good for nothin' gal (1934) no es -sorprendentemente- sino una versión del tema de Clara Smith My good for nothin' man (1925), adaptado al punto de vista masculino y sin la última estrofa, y al número de canciones enormemente influyente de nuestro Leroy sugiero yo que debería añadirse Hard Times Done Drove Me To Drink (1930), ya que, inspirando el I Keep On Drinkin' de Amos Easton (1935) y a través del Walking My Troubles Away de Blind Boy Fuller (1936), acarreará incontables versiones, siempre con la misma melodía, muy bonita y distintiva (Tampa Kid, Jazz Gillum, Rosetta Howard, Allen Bunn, Big Boy Knox, Merline Johnson, Numa Lee Davis, Bill Gaither, Scottie Nesbitt, Little Brother Montgomery, Arthur Crudup, Sonny Terry & Brownie McGhee, Muddy Waters, etc.).
Analiza seguidamente nuestro autor las letras en su conjunto para luego tratar otro capítulo fascinante de los estudios del blues: los influjos recibidos y ejercidos. En un "original" como Leroy Carr los segundos son muchos más y son lo que más interesa, o si no véase la lista alfabética elaborada por Guido van Rijn: Scrapper Blackwell, Eddie Boyd, Big Bill Broonzy, George Curry, Champion Jack Dupree, Amos Easton, Bill Gaither, Howlin' Wolf, Merline Johnson, BB King, Robert Lockwood, Muddy Waters, Turner Parrish, Pinetop Pertkins, T-Bone Walker y Jimmy Witherspoon, una lista a la que sin duda se pueden añadir más nombres, pero esta está muy bien.
Un apartado muy curioso de la obra de Leroy Carr es el que contempla la adopción nada menos que de 16 letras escritas al alimón por dos blancos: John Gersney, que tenía tiendas de música en Indianápolis, y Floyd Thompson, que era músico. Algo muy inhabitual, pero estos detalles derriban como muchos otros ciertos esquemas rígidos.
El análisis musical y las características del estilo de Leroy Carr, determinadas sustanciosamente por una serie de críticos, nos llevan a la conclusión, en que Guido van Rijn califica a Leroy Carr y Scrapper Blackwell como "el más grande dúo de piano y guitarra que ha habido en el blues", lo que yo suscribo. Hicieron una música incomparable. Scrapper era un guitarrista excepcional y su obra en solitario es igualmente extraordinaria, de verdadero feeling. En cuanto a Leroy Carr, la melancolía inefable de su piano y su voz, a mi juicio, ni siquiera necesitaba de la guitarra de Scrapper. Entiéndaseme: tan solo señalo que sin Scrapper la música de Leroy Carr hubiera sido igual de maravillosa, del mismo modo que Peetie Wheatstraw está muy bien con Charley Jordan, pero sin él sus blues sonaban igual de soberbios. Scrapper fue sustituido en algunas sesiones por Josh White, que era otro guitarrista de bandera, pero que no lograba nos olvidáramos de su gran compañero.
En el CD adjunto, con 21 temas y la entrevista a Scrapper Blackwell, se incluyen tres novedades: una toma alterna de Broken Hearted Man y un disco nunca reeditado, compuesto de los títulos Stormy Night Blues y Moanful Blues. El plato fuerte es este último, ya que se Stormy Night Blues sí se conocía una toma inédita.
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"Carr tocaba el piano con un estilo suave y vibrante, y poseía una voz agridulce. La forma de tocar la guitarra de Blackwell, contrastando secuencias de acordes y punteando una sola cuerda, presentaba una austera nitidez que compensaba a la perfección la delicadeza de Carr. Juntos formaron un dúo sin par. El estimulante ritmo que conseguían era algo contagioso". (Paul Oliver)
El impacto de la música de Leroy Carr en el pueblo negro solo se puede comparar, en los blues, al de Blind Lemon Jefferson, y sobre los músicos negros de blues, al de Peetie Wheatstraw. Leroy Carr es uno de los Reyes del blues, uno de sus grandes poetas y más entrañables figuras; y al igual que ocurre con Peetie Wheatstraw, un pianista al que ningún ningún otro hubiera podido igualar en el acompañamiento a su voz y a sus creaciones. Por su parte, Scrapper Blackwell, de sangre cherokee, es uno de los grandes bluesmen de todos los tiempos, aunque no tuviera el impacto que tuvo Leroy. Genial guitarrista, compositor y vocalista. El dúo de Leroy y Scrapper daría origen a otros memorables dúos de piano y guitarra.
Toda la obra de Leroy Carr puede descargarse libremente en la benemérita página "Blues, Blues, Blues", recomendándose los cinco primeros discos que aparecen en la lista y los dos primeros del sello JSP.