diciembre 07, 2021

Estudios fantomasianos

Lástima que esta revista, aparecida en 1993, no tuviera continuidad.

En las primeras páginas, una breve encuesta sobre la actualidad del mito fantomático incluye una respuesta de Guy Girard. Sigue una conferencia fascinante de Marcel Allain, proferida en 1967, cuando contaba 83 años. Entre muchas cosas, refiere cómo él y Souvestre fueron haciendo Fantômas (él 44 volúmenes ¡sin escribir una sola línea!), cómo se repartían los personajes por pares e impares, inspirándose en conocidos para evitar las incongruencias, y cómo, pese a todos los cuidados, incurrieron en una amplia gama de deliciosos disparates. También diserta, y ampliamente, sobre las versiones fílmicas de la saga literaria.

Uno de los mejores trabajos es el de Didier Blonde, “El hombre de los cien rostros”. Considera a Fantomas “el Satán moderno” y lo aproxima a Maldoror, “su primo”; si este se asombraba de haber nacido solo de un hombre y una mujer, Fantomas ni siquiera conoce su origen. Pasa revista a los múltiples disfraces de Fantomas, quien hasta se disfraza de sí mismo (recordemos al Tom Bob de El policía apache). “Su primera infracción a la ley es carecer de identidad determinada”, concluye Didier Blonde, aunque cuando afirma que en la última novela de la serie original asistimos a su suicidio disfrazado de accidente, nos preguntamos si no se trata más bien de un accidente disfrazado de suicidio.

Otros estudios meritorios son el de Jean-Claude Vareille sobre el París de Fantomas, el de Dominqie Kalifa sobre Fantomas como prenuncio de la novela negra (a la vez que arraiga en la otra “novela negra”, o sea en la gótica) y el de Anne Élisabeth Halpern sobre Fantomas y el doble.

Este tomito de 176 páginas concluye con un magnífico episodio dictado en 1963 por Marcel Allain, nunca antes publicado en volumen y que es lo último sobre Fantomas salido de su boca (ya que Allain, como dijimos antes, dictaba sus libros, en la mejor tradición folletinesca, a que Fantomas pertenece de lleno). Ah, y también hay al final una útil “pequeña biblioteca fantomasiana”.