Las audaces
ediciones Sam Berlinn siguen ofreciéndonos estas bellas comunicaciones poéticas
de Jean-Claude Silbermann. La nueva lleva por título Les trois enjambées du
serpent, y su aparición coincide con la de su poesía “casi completa” en Le
Grand Tamanoir, de que hablaremos futuramente.
Los tres
“enjambées” son el amor, la muerte y la despreocupación, en capítulos a los que
precede un dibujo de este también maravilloso artista del surrealismo
(reproduzco el correspondiente a “la muerte”).
Quien revela
tener como libro de cabecera nada menos que las Memorias de un amnésico
de Erik Satie, puede perfectamente enfrentarse a “los colores podridos de Dios,
de la Patria, de la Causa”, pero además, en el tercer capítulo, evoca a todos
sus amigos de los años juveniles surrealistas, como Jean de Sade y Mimi del
Choc, Robert ben Carrol, Marie Rueda de Oro, Jorge Barón del Caos, André del
Chotacabras, Benjamín del Fuego Sublime, etc.
Todo una “banda” fantomática que se podría hospedar en el Hotel de la
Poesía, donde solo reina “la poesía de contrabando”, para Silbermann “la única
hoy en día que no está adulterada”.
“La
desobediencia es mi oficio.”
“Cuando duermo, mi corazón vela.”