diciembre 23, 2021

Fantomas: “El tren perdido”

 

El primer tomo de la colección de Fantomas publicado por los Bouquins de Laffont apareció en 1987 y recogía los volúmenes 21-24. Yo me lo compré en Lisboa el 14 de mayo de ese mismo año, o sea que era flamante novedad. Más que por las novelas en sí, ya leídas y releídas en las ediciones portuguesas, aunque a veces había números que aparecían difícilmente, por los estupendos documentos que lo acompañaban, trabajo invalorable de Francis Lacassin, el director de la colección y autor, entre otros, de libros sobre Feuillade y el Nestor Burma de Léo Malet.

El primer estudio es el dedicado a Fantomas “visto por los poetas”, como Robert Desnos, Max Jacob (que le dedicó dos textos en El cubilete de dados y quiso crear un Club Fantômas), Ernst Moerman, Blaise Cendrars (en sus 19 poemas elásticos) y otros, entre los cuales indeseables como Cocteau y Neruda; un poco al margen se nos da cuenta del proyecto de película por René Clair, quien llegó a hacer un bosquejo de adaptación, pero abandonó al considerar imposible para sus medios hacer una reconstrucción fiel del París fantomático.

Marcel Allain (¡qué suerte haya vivido tanto!) habla del Fantomas de Feuillade y de Fantomas en el cómic, desarrollando la manera como deberían ser tratados los personajes de la saga.

Hay por fin una bibliografía de los fantomas de Souvestre y Allain, de los de Allain en solitario, de los tres teatrales, de los cinco en cómic, de las foto-novelas (diecisiete fascículos en 1962-1963) y de las restantes obras de Souvestre y Allain al alimón y solos ante el peligro.


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Vemos aquí dos portadas de “El tren perdido”. En la francesa, Fandor y el tren, y en la portuguesa la deliciosa Elena. Me quedo con la portuguesa, por aparecer Elena y por ser mucho más bonita la palabra “comboio” que la palabra “train”. (Próximamente volveré sobre las populares ediciones de Fantomas en Portugal.)