El primer
estudio es el dedicado a Fantomas “visto por los poetas”, como Robert Desnos,
Max Jacob (que le dedicó dos textos en El cubilete de dados y quiso
crear un Club Fantômas), Ernst Moerman, Blaise Cendrars (en sus 19 poemas
elásticos) y otros, entre los cuales indeseables como Cocteau y Neruda; un
poco al margen se nos da cuenta del proyecto de película por René Clair, quien
llegó a hacer un bosquejo de adaptación, pero abandonó al considerar imposible
para sus medios hacer una reconstrucción fiel del París fantomático.
Marcel
Allain (¡qué suerte haya vivido tanto!) habla del Fantomas de Feuillade y de
Fantomas en el cómic, desarrollando la manera como deberían ser tratados los
personajes de la saga.
Hay por fin
una bibliografía de los fantomas de Souvestre y Allain, de los de Allain en
solitario, de los tres teatrales, de los cinco en cómic, de las foto-novelas
(diecisiete fascículos en 1962-1963) y de las restantes obras de Souvestre y
Allain al alimón y solos ante el peligro.
*
Vemos aquí dos portadas de “El tren perdido”. En la francesa, Fandor y el tren, y en la portuguesa la deliciosa Elena. Me quedo con la portuguesa, por aparecer Elena y por ser mucho más bonita la palabra “comboio” que la palabra “train”. (Próximamente volveré sobre las populares ediciones de Fantomas en Portugal.)